(...) Sucede como con el vino. La gente piensa que es un líquido rojo, que contiene alcohol y se bebe con las comidas o en los momentos de desesperación. Qué error. Hemingway tenía razón: el vino no se bebe, se saboréa. Y aun más, con el vino se dialoga. Uno se pone un sorbito en la boca, lo hace recorrer el interior y lo va conversando. Ese recorrido por el paladar es una verdadera búsqueda, la búsqueda de un código común, de un entendimiento: es el encuentro con el espíritu. Y el vino - que es sabio - se va dando cuenta de las penas, de las alegrías, de los estados de ánimo. Y responde en consecuencia: con nobleza, con hidalguía, demostrando su prosapia, su alcurnia, o simplemente repudiando con franqueza. Es la bebida más noble del mundo, el vino.
Así pasa con las mujeres. Responden como el vino, de acuerdo a la calidad de su estirpe. Ellas son la salvación o la sepultura. Por ellas los hombres batallamos en la mediocridad, en la desesperación. O alcanzamos la gloria y tocamos el cielo con las manos. Por eso son un asunto jodido, las mujeres. Pero un asunto necesario, fascinante, misterioso. Y todo lo que tiene misterio tiene encanto.
(...) Es que el mal es rico para expresarse, Jaime. Vence casi siempre el vino rancio, el sin alcurnia, el desprovisto de nobleza. por eso digo que no hay palabras para definir al amor, a las mujeres. Los verbos son escasos, los adjetivos pobres. Qué pauperización soportamos, qué incongruencia. Y siempre, inexorable como la muerte, triunfa el vicio.
2 comentarios:
Este blog es demasiado bueno. Felicitaciones¡
vine gugleando a giardinelli y al cielo con las manos, y me encontre con muchas de mis obsesiones. Te voy a poner en el blogroll, para tenerte cerca.
Publicar un comentario