"Y, sin embargo, las alambradas quieren avisarte, comunicarte algo. Te dicen:!Alto!, estás cruzando la frontera de otro mundo. De aquí ya no saldrás volando, no te escaparás. Este es un mundo de una seriedad mortal, de mando y obediencia. Aprende a obedecer, aprende a someterte, aprende a ocupar con tu persona el mínimo espacio posible. Haz sólo lo que debes. Saldrás mejor parado si te callas. No hagas preguntas.
La ininterrumpida línea de control ocular cumple, a todas luces, el mismo papel disuasorio que las espesas marañas de alambre de espino, que simplemente constituyen una clara, aunque muda advertencia: ¡no se te ocurra ninguna idea peregrina!"
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